Cristina Fernández: Boudou es un concheto de Puerto Madero y Aníbal un grasa de Quilmes, ¿no soy una genia eligiendo mis colaboradores? - Daniel Scioli: Mariotto es el mejor compañero que podría tener. Él va a hacer todo el trabajo. - Ricardito Alfonsín: El discurso de la Presidenta me decepcionó. Yo pensé que iba a recitar el Preámbulo de la Constitución - Elisa Carrió: Ya tengo el betún, el uniforme de camouflage y la cantimplora, ¿qué me está faltando?- Amado Boudou: ¡Esta era la famosa campanilla! Yo voy a usar la guitarra, soy un Vice heavy muy jodido- Macri: Me quieren dar el subte y yo quiero la policía. ¡Quiero la policía, la policía! ¡Policíaaaaaaa! - Hermes Binner: Ahora que pasaron las elecciones, ¿qué carajo tengo para hacer?- Mariano Grondona: Le dan subsidios a los negros pero yo pedí para embalsamarme y me lo negaron - Pino Solanas: Yo sigo opinando, total.... - Julio Cobos: ¿Vieron que me dio la mano? Ahora, la tenía medio húmeda. ¿Qué sería?

domingo, 12 de junio de 2011

Riguroso análisis económico











La encrucijada argentina para los próximos cuatro años.

Dr. Heriberto Mendiguren de Zorrequieta Blaquier Solanas (hijo)
hzorrequietablaquier@princenton.uk

(Universidad Católica Argentina, Master en Economía en Oxford, Master en Desarrollo económico en Princenton, Doctor Honoris Causa de la Universidad del Museo Social Argentino, hincha de Platense, casado, 4 hijos, 1 amante, cuatro cuentas en Suiza)

En la medida en que las encuestas parecen anunciar que el oficialismo continuará en el poder los próximos cuatro años, o sea, el período 2011-2015, es bueno entender determinadas variantes económicas que, mostradas por la publicidad oficialista como sólidas y confiables, en realidad resultan todo lo contrario y, para peor, si existen remotas chances de corregir sus efectos casi terminales en los próximos meses, de continuarse con este sistema durante cuatro interminables años podría suponer la desaparición argentina como entidad económica y la absorción de nuestro territorio y sus riquezas por los países vecinos, tal como ha señalado, con fundamentos irrefutables, el Dr. John Mercier Maritain y Lombardo (hijo) en su reciente ponencia en el IV Foro Mundial de Economistas que no pegan una, realizado en Berna, Suiza, a finales de marzo del corriente año.

Transferencias de ingresos

No puede criticarse, en absoluto, la implementación de planes sociales durante el período 2003 y 2004, sobre todo a una parte de la población que, por su escasa educación y calificación, se mantuvo al margen de las posibilidades económicas surgidas hacia el final del gobierno de Fernando de la Rúa y desaprovecharon, de esta manera, la posibilidad de hacer una reserva importante de dinero para invertir en el país cuando la situación mejorara.

A diferencia de las clases ilustradas que retiraron su dinero del país a tiempo, creando un colchón de reservas flotantes fuera del alcance de cualquier intentona populista para así renovar, cuando la situación lo ameritara, el desarrollo productivo del país, los pobres continuaron holgazaneando y tomando vino en lugar de usar la cabeza. 

Y esto es una resultante del populismo llevado adelante en el país desde hace sesenta años que, estadistas como Carlos Menem, José Alfredo Martínez de Hoz o Adelina de Viola, a pesar de sus denodados esfuerzos, no pudieron desbaratar en la medida de lo deseable.

Pero, el mantenimiento de estas transferencias de recursos desde los sectores más avanzados a las capas más desprotegidas no debería haber continuado más allá de finales de 2004 o, a lo sumo, el primer trimetstre de 2005, ya que toda esa ingente masa de recursos, al irse por la canaleta de las construcciones precarias, cuyo valor agregado es ínfimo, o el bingo, o el paco y demás manifestaciones negativas para cualquier proceso económico, iban a demorar, como sucedió, una incipiente recuperación económica.

Lamentablemente resulta imposible para un dirigente populista hacer lo que hizo Sir Winston Churchill en 1940 cuando le habló al pueblo inglés y le dijo: sólo puedo prometeros sangre, sudor y lágrimas.

Eso se debería haber dicho a las clases bajas para que, entendiendo que la cosa estaba fea, dejaran de lado reinvidicaciones quizás justas pero inadecuadas para el momento del país - trabajo en blanco, aguinaldo, obra social, vacaciones, etc -, y pusieran el hombro durante unos 30 ó 40 años para asegurar la estabilidad económica necesaria.

Un inesperado salvataje

Sin embargo, en auxilio de un gobierno exhausto financieramente, el extraordinario auge del valor internacional de la soja iba a permitir mantener una ficticia estabilidad económica que, por otra parte, envalentonaría al oficialismo en la ilusión de crear una "base social" de votantes entres las capas ignorantes sostenidas artificialmente en una improductividad exacerbada y en una atonía agonizante: se iba a imponer, entonces, el chori y el tetra, por usar una expresión común entre esta desvalida clase social en lugar de la rigurosidad de un ajuste que los pusiera a salvo de la holgazanería y de los efectos nocivos del alcohol y de los espectáculos deportivos.

Puede resultar un tanto cruel pero es absolutamente cierto: dos o tres décadas de duro trabajo, con jornadas de dieciséis horas, sin beneficios sociales, ajenos al entretenimiento ocioso y al adoctrinamiento malsano, hubieran creado, entre toda esa gente, una unidad productiva útil al país y, andando el tiempo, a ellos mismos, sino, quizás, a padres o hijos, sí a nietos o bisnietos. Nada de esto se hizo y ya es casi imposible volver atrás sin recurrir a medidas extremas.

Por lo tanto, el oficialismo utilizó el cámino más sencillo: transferir los legítimos recursos del sector agrario, recursos ganados en buena ley y colocados afuera del país, con una poderosa mirada estratégica, para sostener un conglomerado de bocas y cerebros inútiles: o sea, en lugar de darles la caña para que pesquen, enseñarles a pescar, como señalan los académicos más importantes del mundo, excepción hecha del borracho de Stiglitz a quien la Academia Sueca premió por oscuras motivaciones políticas que no vienen a cuento de esta nota.

La lógica resistencia del sector agropecuario puso en vilo a la población y aún no se ha resuelto.

Tasa de endeudamiento cero: otro error

Durante los 8 años desde el gobierno del Dr Néstor Kirchner a la fecha, el Gobierno no tomó préstamos en el exterior, en parte por no poder hacerlo, especialmente en el período 2003-2007, en parte por no querer hacerlo, como se viene manifestando a través de diversas expresiones voluntaristas pero absolutamente ignorantes de la economía.

Pero si no tomar crédito en el exterior - a la tasa que fuese - ya es de por sí un inmenso error económico, encima se comete otro desacierto de características inverosímiles al cancelar, en un sólo pago, deuda con el Fondo Monetario Internacional. ¿Qué aporta al país esa transferencia de ingresos? ¿Evitar que un grupo de técnicos del Fondo Monetario inspeccionara la economía nacional? ¿Sólo eso?  

Lo correcto hubiera sido distribuir esa suma de dinero entre los empresarios y los productores de soja, permitirles crecer económicamente, permitir depositar el resultante de toda esa ganacia en el exterior, protegidas de toda eventualidad y acceder a las indicaciones del Fondo Monetario. De esa manera, en 30 o 40 años, Argentina hubiese podido tener, en cuentas en Nueva York y no a nombre de un estado populista, una reserva de casi 250.000 millones de dólares que, en cuanto las condiciones lo permitieran, volverían al país a reinvertirse en desarrollo productivo.

Se hizo todo lo contrario: el Fondo recuperó un dinero que no necesita, la economía argentina sigue igual y una ingente masa de brazos aptos para el trabajo siguen barriendo veredas o haciendo asado en actos partidarios o jugando a la playstation en lugar de ocupar su lugar, laborioso y productivo, para engrandecer a la Patria. 

Fondos Jubilatorios: la cereza en el postre

Si a los dos errores señalados arriba le sumamos la nacionalización de los aportes jubilatorios el cuadro se presenta, de por sí, lóbrego. El Gobierno no entiende que los contratos privados implican dos factores absolutamente necesarios en toda negociación: la posibilidad de una ganancia o la pérdida del capital. Así es el capitalismo y no hay otro sistema que pueda sustituirlo. Para poner un ejemplo concreto: la persona que invierte 50.000 pesos en una unidad de negocios, una panadería, por ejemplo, tiene dos posibles resultados: ganar mucho o fundirse. Es la ley de la competitivad y del esfuerzo. Los jubilados tenían esas dos opciones: ganar una buena jubilación o nada.

Si la resultante hubiera sido la primera: ganar una buena jubilación, todo sería beneficioso. Pero si se hubiese dado la segunda, si de resultas de las inversiones legítimas de las AFJP, los jubilados hubieran cobrado una pindonga, el beneficio para el país tambien sería excelente, desde el punto de vista laboral, humano y económico. 

En efecto, innumerables estudios sostienen que la pérdida de expectativas cuando se accede a la jubilación tipifica una mengua en el ánimo de quien la recibe. Pero quien no la recibe, al tener que seguir trabajando duramente para sostenerse, mantiene, a pesar de la edad y los achaques, una visión útil de sí mismo y de su aporte para con los demás. Así es, el jubilado cuya jubilación le alcanza para comer tres días, busca una changa de sereno en un garage, resigna cobrar aportes sociales que sólo paralizan la movilidad económica y aporta un buen número de brazos dinámicos para sectores de la economía que requieren de una mano de obra muy barata y no sindicalizada para mantenerse.

¿Qué es mejor para cualquier país? ¿Viejitos dándole de comer a las palomas o veraneando una semana en Carlos Paz o ancianos que trabajan y construyen para sí mismos y para lo sociedad?

Las reservas internacionales: otro mito

En la actualidad, producto de la transferencia injusta de las ganacias de los sectores productivos hacia un Estado ineficiente el Gobierno muestra como un logro la acumulación de reservas por más de 54.000 millones de dólares.

Es tan sencillo, incluso para el hombre común no versado en economía, entender que esta situación, lejos de ser un mérito es una tontería. ¿De qué sirve la plata guardada en un colchón? ¿Qué rentabilidad da? ¿Cómo vuelve a la sociedad que la acumula? Cero: cero rentabilidad, cero inversión, cero trabajo. 

La base monetaria del país no necesita más de 15.000 millones de dólares para funcionar e, incluso, podría necesitar menos con la sola adopción de las cuasi monedas: patacones, lecop, lecor, que se pusieron de moda en el año 1999. ¿Acaso el hombre común no compraba su asado, su pan y su leche con los patacones? O sea que, con apenas 6.000 o 7.000 millones de dólares, la base monetaria estaría asegurada.

Los más de 40.0000 millones de dólares sobrantes deberían ser distribuidos entre los empresarios, los bancos y los productores agropecuarios para que estos inviertan, protejan el fruto de esa inversión en cuentas en el exterior y, en algún momento, reinviertan ese dinero en el país. Lógica absoluta.

Malos augurios

No existen posibilidades de sostener el actual modelo, a partir de 2012, más allá de unas 3 ó 4 semanas, quizás un mes y medio. Luego de eso, el Gobierno deberá adecuarse a las recetas del Fondo Monetario, cancelar las medidas demagógicas jubilatorias, cancelar los planes sociales, dejar de construir viviendas y hospitales, dejar de invertir en satélites y esas tonterías cuando resulta más económico alquilar los que otras naciones han puesto en órbita, y deberá privatizar absolutamente todo lo que aún no se privatizó: los hospitales públicos, las escuelas, los geriátricos, los neuropsiquiátricos, los museos, las universidades públicas, los recursos petrolíferos que aún no se hayan descubierto y, según señalan diversos estudios prestigiosos, hasta el sector antártico que Argentina reinvidica como propio.

Ese es el panorama para los próximos meses.


No hay comentarios:

Publicar un comentario