Cristina Fernández: Boudou es un concheto de Puerto Madero y Aníbal un grasa de Quilmes, ¿no soy una genia eligiendo mis colaboradores? - Daniel Scioli: Mariotto es el mejor compañero que podría tener. Él va a hacer todo el trabajo. - Ricardito Alfonsín: El discurso de la Presidenta me decepcionó. Yo pensé que iba a recitar el Preámbulo de la Constitución - Elisa Carrió: Ya tengo el betún, el uniforme de camouflage y la cantimplora, ¿qué me está faltando?- Amado Boudou: ¡Esta era la famosa campanilla! Yo voy a usar la guitarra, soy un Vice heavy muy jodido- Macri: Me quieren dar el subte y yo quiero la policía. ¡Quiero la policía, la policía! ¡Policíaaaaaaa! - Hermes Binner: Ahora que pasaron las elecciones, ¿qué carajo tengo para hacer?- Mariano Grondona: Le dan subsidios a los negros pero yo pedí para embalsamarme y me lo negaron - Pino Solanas: Yo sigo opinando, total.... - Julio Cobos: ¿Vieron que me dio la mano? Ahora, la tenía medio húmeda. ¿Qué sería?

miércoles, 21 de diciembre de 2011

Para el Mosquito Molesto no hay vacas sagradas


Vaca sagrada Nro. 1: Cristina Fernández de Kirchner

La Dra. Fernández de Kirchner es una mujer admirable desde muchisimos puntos de vista: trabajadora, inteligente, dueña de un carácter apto para la función que ejerce, militante y versátil. Nadie, en su sano juicio, puede desconocer la enormísima distancia que la separa del resto de los dirigentes políticos a que nos tiene acostumbrados la realidad cotidiana. Compararla con Carrió, Duhalde, Macri o Ricardito Alfonsín, por poner sólo unos cuantos nombres, revela el abismo de capacidad intelectual que media entre ella y el resto.

Para los medios oficialistas, como Página 12 o Tiempo Argentino, o para los intelectuales que adhieren al Gobierno, como Foster o González, por nombrar algunos, Cristina encarna la consumación de todas las virtudes reunidas en una sola mujer que, además, es muy linda.

Pero el Mosquito Molesto se permite preguntarse otras cosas, y no está haciendo ninguna chicana.

El matrimonio Kirchner dedicó su vida, al ciento por ciento, a la política. Sin esa dedicación, no se puede llegar a los niveles que llegaron. Pero, además, han reunido una fortuna considerable, diríamos desproporcionada, cosa esta última - hacer fortuna - que tampoco puede llevarse adelante sin una dedicación obsesiva, a menos que se cuente con determinadas ventajas, como ser, por ejemplo, disponer de los medios discrecionales del estado.

La pregunta es: ¿qué nivel de identificación puede haber entre una mujer cuya fortuna asciende a casi 70 millones de dólares y los humildes a los que dice defender?  Si convalidamos, por unos instantes, la existencia de clases sociales y de sus respectivas cualidades, ¿de quién está más cerca la Jefa, de los habitantes de la Villa 31 o de los ejecutivos que viajan en avión privado, tienen cuentas en Suiza y pagan gatos de lujo? ¿Hay contradicción o una cosa no quita la otra? ¿Se puede ser rico y amar a los pobres?

Comentando su estupenda obra de teatro El señor Puntila y su sirviente Matti, Bertolt Brecht señala que el ricachón Puntila, quien se enternece con el sirviente Matti y le pregona que entre ambos no hay diferencias: no manifiesta una contradicción a pesar de la cual vive sino una contradicción que le permite vivir.

Para decirlo de otra manera, un fabricante de cañones puede ser un buen vecino, un excelente ciudadano, un gran padre y hasta filántropo, pero lo que fabrica sirve para generar muerte y dolor. ¿Contradicción?

Respecto de su gestión de Gobierno, también los medios oficialistas se desgañitan en loas hacia las medidas "revolucionarias" de la viuda que no son, en el mejor de los casos, más que sencillas medidas proteccionistas, limitadas, paliativos nada despreciables, desde luego, pero de ninguna manera revolucionarias.

La mujer que puede tirarse encima 5.000 dólares en ropa cada dia del año calendario estima que $ 220 de ayuda por hijo es un logro, o que una jubilación mínima de 1.400 pesos es un mérito mayúsculo, cuando el costo de los alimentos, de la vestimenta, de la locación de viviendas y servicios hace esa cifra absolutamente ridícula.

Si Cristina Fernández de Kirchner fuera revolucionaria no hubiera ganado ninguna elección.






Vaca sagrada Nro. 2: Raúl Ricardo Alfonsín

Luego de concluido su mandato en 1989, Raúl Alfonsín se dedicó a tiempo completo a renovar la UCR y a ponerla a punto para la pelea electoral. Diez años después, ese trabajo se vio coronado por el éxito: la Alianza UCR-Frepaso, colocó en la primera Magistratura a Fernando De la Rúa y a Carlos Chacho Alvarez.

El éxito de Alfonsín llegó hasta allí, porque luego, como es de público conocimiento, el inepto de De la Rúa desbarrancó hasta niveles que lindan con la estulticia más desconsoladora y con actitudes criminales que no son novedad para el partido de Alem (vease vaca sagrada Nro. 4: Hipólito Yrigoyen)

Entonces, ¿en qué radica el éxito, la visión de estadista o de gran muñeca política atribuida al dirigente de Chascomús, lugar común del arco político, sobre todo después de su muerte?

Si se compara a la llamada Línea Nacional o balbinismo (por Ricardo Balbín) con el naciente alfonsinismo, no se puede negar que este último llevaba enancado un sentido más progresista y que no andaría diciendo, como el viejo Chino Balbín, que existía el peligro de "la guerrilla fabril", especie de convalidación atolondrada a los crímenes del Proceso Militar sobre delegados de fábrica y trabajadores. Pero, ese progresismo, ¿era real o simplemente de forma?

Para el Mosquito Molesto no cabe duda, era simplemente de forma. El Gobierno de Alfonsín pareció enfrentarse a las corporaciones pero sólo desde el discurso voluntarista (el famoso alfonsinazo) en tanto, por detrás y entre bambalinas, siempre hocicó de manera vergonzante frente a todas las corporaciones, la mediática, la empresarial (Pugliese: Les hablé con el corazón y me respondieron con el bolsillo) y la militar (La casa está en orden) y no pudo sostener su propia debilidad frente al peronismo renovador. Sus cuadros dirigentes siempre fueron radicales, o sea, personajes hábiles para el guitarreo pero inútiles para mostrar fortaleza y decisión en la función pública.

Alfonsín renunció pero siguió obrando y su obra no remonta ningún aspecto positivo: Pacto de Olivos, por ejemplo.

Suele mencionarse como un mérito el Juicio a las Juntas (especie de Nuremberg criollo) y el Informe Nunca Más de la CONADEP, pero también es posible ver estas iniciativas desde otro punto de vista. El Juicio a las Juntas se basó en un error de apreciación, similar al de Galtieri en la Guerra de Malvinas: el alfonsinismo pensó que el desprestigio de la F.F.A.A. después de la derrota militar invalidaría cualquier amotinamiento ante el juzgamiento de los peores asesinos que soportó el país después de Sarmiento y Roca.

Cuando Francia fue derrotada en 1940 por los alemanes, las fuerzas armadas francesas, con el Mariscal Phillipe Petain, héroe de Verdún, a la cabeza, se hicieron cargo del país, de asumir la derrota militar y de formar un régimen autoritario (Francia de Vichy) que colaboró con los nazis, incluso entregando a los prisioneros judíos para lo que ya se sabe. Por esas fechas, un periodista francés señaló: los políticos siempre temieron a los generales victoriosos, nunca se imaginaron que sobrevendría la dictadura de los militares derrotados.

Fiel a su estilo, Alfonsín llevó adelante el Juicio a las Juntas pero sin consensos populares, sólo como un accionar moral desde la cabeza del Gobierno. Además, jamás recibió a las organizaciones de Derechos Humanos, como Madres de Plaza de Mayo, por ejemplo, y terminó conformando una Comisión (CONADEP) integrada por oportunistas y tránsfugas como Ernesto Sábato y Magdalena Ruiz Guiñazú, entre otros. O sea que obró como todo radical: vehemente en el discurso pero blando en el actuar.

Este hombre, llamado el Padre de la Democracia, lo cual es una burla a los desaparecidos, a los exiliados, a los perseguidos, ha sido entronizado en un supuesto Panteón de la moralidad republicana, una vaca sagrada más a perpetuarse en el tiempo, adulado por historiadores gorilas y con la anuencia de los sectores peronistas a los que no les interesa agitar ningún tipo de aguas tranquilas.

Vaca sagrada, no otra cosa.





Vaca sagrada Nro. 3: Libertad de prensa

Es difícil estimar, en un resumen tan corto como este, los inicios de la protección a la prensa, toda vez que se señala el año 1766, en Escandinavia, como el inicio de legislación sobre el tema. Cuesta referirse a esa iniciativa tan lejana en el tiempo, cuando es notorio, a todas luces, que las motivaciones y la realidad de esos años es totalmente distinta a la de nuestros días.

Se fundamente el slogan Libertad de prensa bajo el considerando de que los ciudadanos tienen el derecho a expresarse sin ser coartados por parte del Estado. O sea que, se asimila la frase libertad de prensa a la de libertad de expresión, siendo que son cosas totalmente distintas.

La libertad de expresión atañe a la individualidad de cada persona y de sus ideas, que no deberían ser censuradas por nadie. Un ejemplo extremo podría ser la Revista Cabildo, quien pregona a viva voz ideas de claro carácter fantasioso y autoritario y lo puede hacer con total libertad.

Pero la prensa escrita o hablada, de ninguna manera es la expresión de ninguna ciudadanía: es la expresión de empresas, que publican diarios como podrían fabricar tractores, y que obran con el mismo criterio que cualquier empresa capitalista: el afán de lucro.

Los empleados de esas empresas - y no se hace distinción de oficialistas u opositores - carecen de autonomía, o, en todo caso, son reclutados por la afinidad de ideas e intereses. Queda claro que no sería Jorge Altamira un habitual columnista de La Nación así como Morales Solá no engalanaría las páginas del mensuario anarquista La Protesta.

Entonces, ¿qué es este estofado de la libertad de prensa? ¿Qué se coarta cuando se estipulan regulaciones determinadas? ¿Se coarta la voz del pueblo o, simplemente, se procura establecer reglas de juego al accionar de conglomerados de negocios que encubren sus verdaderos fines a través de sobornos morales de dudosa respetabilidad?

Libertad de Prensa: otra vaca sagrada.



Vaca sagrada Nro. 4: Hipólito Yrigoyen
El legendario caudillo radical, Hipólito Yrigoyen, alias "El Peludo", trasunta el parnaso de héroes democráticos y es masivamente recordado, incluso por quienes tienen ideas absolutamente distintas. Hasta los peronistas - incorregibles, al decir de Borges - lo llaman a la escena como un precursor de Perón, cosa que, en realidad, no es tan descabellada.

Las maneras de Yrigoyen generaron una especie de mito en vida: el silencio, la parquedad, la mirada escrutadora, la pálmada en el hombro; eso recibían sus interlocutores quienes se mostraban impotentes para ahondar en la impenetrabilidad de la mente del Peludo.

Intransigencia abstencionista y muñeca política le valieron alfombrar la llegada a la Primera Magistratura a ese incipiente partido de mass medias que era el radicalismo, toda vez que la figura de Alem, por obra de su trágica determinación, quedaba afuera de la escena.

Pero el primer gobierno de Yrigoyen (1916-1922) no tuvo el fuerte carácter de los años de campaña. En realidad hubo una conciliación, y así es como la administración del primer gobierno radical se llena de funcionarios afines a la generación del 80, mitristas, roquistas, juarezcelmanistas, etc, lo que garantiza un cierto conocimiento del metier así como una nada despreciable cuota de gatopardismo del líder.

¿Sucesos memorables del Gobierno de Yrigoyen?

La Semana Trágica, el asesinato de 1.500 obreros en la Patagonia, vista gorda ante las acciones de La Liga Patriótica de Rivanera Carlés, entre muchas otras lindezas.

¿Hechos destacados? ZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZ
Una vaca sagrada más, y van...

Continuaremos con las vacas sagradas y su caminito derecho al matadero

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